Puedo
estar la vida de un reloj
contando
las telarañas de sus cabellos,
bebiendo en
el manantial de sus pechos,
jugando en
los laberintos de su vientre.
No
necesito pan ni sal,
ni el
sonido de una lágrima
rompiendo
el suelo,
ni el
calor de un sol
que
ahuyenta el invierno.
Puedo
estar la vida de un reloj
pensando sus
pensamientos, durmiendo sus sueños,
como si
el mundo fuera un acertijo
que finaliza
en el silencio de su piel.
Y el tiempo marcado en el reloj, no se detiene. Un abrazo
ResponderEliminarLos anhelos de un poeta enamorado.
ResponderEliminarPrecioso.
Mil besitos.
gracias amigas, a veces el reloj vuela y otras los segundos nos comen
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