Dejarse llevar podría ser una buena opción
si hubiera algún sitio donde ir,
lo recomendable
es llenarse los bolsillos de viento,
dejar que la ceniza nos pinte los labios
con los colores del final del día,
mientras la luna abre la ventana
y la noche se llena de raíces,
carretera y manta
la garganta del coche rasga la monotonía del valle.
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