Somos
como dos gotas de agua,
el final
y el principio del mismo beso,
somos
como dos olas gemelas
que
pertenecen a la misma tormenta,
la misma
emoción, la misma revolución
el mismo
llanto, el mismo latido, el mismo verso.
Todo lo
que tenemos,
lo que
se arraigo en nuestra alma,
nació
en paseos silenciosos que morían en la profundidad del océano,
justo
en el lugar donde perecen los barcos.
Y al
final del día
cuando el
silencio nos separa,
nos
llevamos un trozo de corazón del otro
para
ponerlo debajo de la almohada.
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