Si algo habíamos
aprendido,
es que juntos éramos
mejores,
más altos
y con esa seguridad
dibujábamos en el
asfalto
el camino por recorrer.
A veces nos tatuábamos
lágrimas desnudas en
nuestros cuerpos
otras
nos contábamos las
rosas de los labios
pero siempre,
sabíamos,
que nuestro amor era revolucionario.
que nuestro amor era revolucionario.
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