Una vez que la ciudad
fue sometida
y la lluvia no pudo
barrer las calles
mientras la noche paría
poemas
y besos de metal
pesado
que no querían abandonar
las bocas
de las princesas de la
madrugada,
una vez que sucedía
todo esto
regresábamos a nuestras cuarteles de invierno
regresábamos a nuestras cuarteles de invierno
y de aquellas
pesadillas surgieron los sueños.
No creo que haya muchas princesas en las madrugadas. Quizás solo las que madrugan y no las que trasnochan. Menos mal que sueños son Un abrazo
ResponderEliminarMaría no existen ni principes ni princesas, pero los sueños , sueños son. Un abrazo amiga
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