Nos
penetrábamos
en
habitaciones claras
mientras
el sol nos doraba la piel
y nos
comíamos
los
sexos a cucharadas.
Visitábamos
las esquinas azules
de
nuestros cuerpos ciegos,
con
lenguas de mariposas
con
besos de vino y rosas
y los
labios repletos de agua.
Y a
llegar el momento
donde
el aliento
se dormía
sobre la almohada,
regresábamos
al sueño
que nacía
entre tu garganta.
Gritábamos
para que nadie nos escuchara.
Preciosa poesía que aunque es erótica no se nota de lo bien fina y bien escrita que está . Un abrazo
ResponderEliminarGracias amiga.
ResponderEliminarGracias amiga.
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