Y cabalgaba
sobre mí
mordiendo
el aire
y sus
cabellos eran
tormentas
de arena
y sus
ojos molinos de viento
que
devoraban la carne.
Y cabalgaba
sobre mí
con los
labios plenos de azúcar,
con el
alma inmortal
impregnada
del deseo de la noche
con los
cuerpos llenos de aceite y agua
derramando
la vida
sobre
las hechuras de un sol naciente.
Y cabalgaba
sobre mí
hasta que
nos dejábamos caer
sobre sábanas
blancas
que nos
devolvían la arena de la playa
y un
horizonte azul
de
besos pálidos y durmientes.
Y cabalgaba sobre mí
ResponderEliminarcon los labios plenos de azúcar...
Hermosos versos amigo Luis, gracias.
cuando los labios están llenos de azúcar los besos son siempre de caramelo
Eliminargracias amiga Shai