por fin nos encontramos las alas
allí estaban, en un cajón, junto a las
lágrimas de cocodrilo
y abrimos las paredes, sacamos las
escarchas
y nos echamos a volar, despacito,
mientras la ciudad nacía
y el cielo se desprendía de su piel de
arcilla.
pájaros que habitan en mis ojos
palpando oscuridades y abrazando nubes.
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