Hacíamos
el amor
sobre
la estantería del aire,
en
un pasillo tan fino
que
apenas nos cabía el deseo.
Y
cuando la nieve
quemaba
nuestros cuerpos
quedándonos
vacíos
como
gaviotas sin viento,
nos
abrazábamos tan fuerte
para
vernos los sueños.
Hola Luis. Permíteme que te diga que este es uno de los poemas más hermosos que jamás he leído en toda mi vida. Es sencillamente maravilloso. Sencillo, claro, potente y directo al alma. Los buenos poemas son aquellos que, estando armados de técnica, trabajo y estilo, se presentan como agua clara. Parecen simples, pero son los mejor apagan nuestra sed literaria. Te felicito, amigo.
ResponderEliminarGracias Eva, siempre me gusto encontrar la belleza en las cosas sencillas. Cada día las voy buscando.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBellísimas metáforas, un poema precioso y sutil. Un placer leerte.
ResponderEliminarBesitos.