luis perronegro

luis perronegro

domingo, 29 de noviembre de 2015

Domingos se sofá viendo crecer la hierba.

Domingos de sofá viendo crecer la hierba
mientras a las aceras le salen cabellos
y a los tejados nidos de escarcha.
Me llenare las carnes hasta los huesos
en mis labios dejare que crezcan candados huecos,
hasta que el lunes nos despeine,
con amaneceres, rutinas y besos.

Un poema inédito.

En la orilla de la plaza larga
a la espalda de la montaña blanca
junto al rumor de una fuente quieta
se encuentra la taberna de los besos dormidos.
Allí, mientras los camareros
juegan al sur entre la barra
y los clientes se beben trocitos de cielo
los besos se duermen entre sueños.
En la orilla de la plaza larga
tú y yo nos dejamos los versos pegados a la lengua
como quien se deja trozos de noche entre los dientes,
con la certeza de un poema inédito. 

sábado, 28 de noviembre de 2015

Encontramos las alas.

Mientras nos comíamos la luna
y nos acariciamos los espejos
la noche se hace rubia,
el día ya no es un sueño eterno
sino el rayo que quiebra la ventana
y anticipa el descanso de las almohadas.
Mientras nuestros labios reposan
y nuestras bocas vuelven a casa
repasamos los momentos
en los que el tiempo se hizo silencio
y el latido se le paro al planeta.

Y entonces entendemos porque volamos juntos,
porque encontramos las alas.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Cuando veas el mar.

Cuando veas el mar, mi niña,
recuerda, que yo estaré entre sus aguas,
recuerda, que tú y yo somos la misma ola
el mismo fragmento de gota silenciosa,
la misma lágrima que desemboca en la orilla.

Por eso nuestro amor nunca se desvanece,
porque viajamos a lomos de una ballena
porque nuestras almas amamantan
los mismos cantos de sirena

Y cuando la brisa se deposite sobre tu rostro,
recuerda que son mis besos
que ya partieron de otro puerto
para acabar amarrando en tu lengua.

Y como el viajero que nunca quiere dormir
para no separarse de sus sueños,
me duermo con la luna casi entera,
con la fuente quieta del patio muerto,
con el reflejo blanco de tu recuerdo,
allá por las tierras donde el sur
sujeta a las montañas nevadas.

domingo, 22 de noviembre de 2015

El 25 de Noviembre.

Y el 25 de noviembre
en la plazuela de espaldas blancas
nos bebíamos los sueños
en vasos anchos de cerveza.
Una niña de cabellos indomables
con la rebeldía atravesando su nariz
me susurraba trozos de sur
mientras las naranjas se despedían del viento.

El 25 de noviembre
cuando los adoquines se llenaban de sombras
y las nubes extienden su paraguas de noche,
una niña de ojos verdes
con el perfume de amapola en su vientre
me gritaba te quieros tan altos
que arrebataban el aliento a las campanas del aire.
No se atrevían a romper el silencio de sus labios
ni a beberse las lágrimas desnudas de su cuerpo.

Y la oscuridad llegó
y luego vino el día
con los cuerpos atrapados
por las almohadas sin sueño,
con las antorchas de los ojos
dispuestas a encender el fuego.
Mientras nos comíamos la luz
como nos comíamos las pieles
a fuego lento.

domingo, 15 de noviembre de 2015

De su sangre quiero estar hecho.

De su sangre quiero estar hecho
de su piel quiero formar parte
ser el cuchillo que arranque las flores de su sexo.
De su boca quiero manar
ser la amapola salvaje que crece en su lengua
los besos que acaban explotando en su pantalón.
De sus sueños quiero formar parte
vivir la vida entre sus ojos
desnudarme entre sus cabellos
y despertarme en el mismo amanecer.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Promesas.

Mis ojos nunca se acuestan
son linternas de trapo,
la noche siempre me acecha
de mi boca nacen estrellas
y en mis labios
se pierde el agua de los océanos.

Los bares mutilan las notas
las aceras son espejos de sombras
y yo
prometo no volver a hacerme daño.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Mi cuerpo era nieve.

Mi cuerpo era nieve
su sexo era sol,
nuestros abrazos
estrellas sin noche
y nuestras pieles
olas perdidas en la mar
que acabaran dormidas en la playa.

En la esquina de tus labios.

Te miraba
intensamente,
intentando encontrar
el lugar donde duermen los sueños
y allí estaban,
en la esquina de tus labios.

sábado, 7 de noviembre de 2015

El amor es como la lluvia de otoño.

El amor es como la lluvia de otoño

siempre cala,
por eso mientras llegan tus besos,
los segundos son agua que alimenta la tierra
y las manecillas del reloj paraguas
que se cierran cuando tu saliva
se anida sobre mi lengua
y escampa.

Rompiendo las olas.

Rompiendo las olas
con el cuaderno lleno de palabras en blanco
con la voz a punto de pronunciarse
con la boca llena de balas.
Rompiendo las olas
mientras el corazón se levanta del asfalto
mientras el sudor ama a la piel
mientras que llega tu beso de buenas noches.
Rompiendo las olas
comiéndome trozos de mar
con mis sueños plenos de sur
y mis pies descalzos de agua.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Llueven piedras.

Llueven piedras
y los barcos de papel
flotan por los ríos que manan del asfalto.
Las niñas tienen las faldas rotas
por el agua que quebranta las calles
y en las esquinas del otoño
se ahogan las lágrimas.
En las farolas caen mares amarillos
que van a desembocar
a una tierra muerta de sed y aire.
Y yo vuelvo a ser el niño,
con la nariz pegada a los cristales
mientras el cielo llora a moco tendido.

Llueve y lloran los cristales.

En un día de lluvia intensa
de esos que perforan los cristales,
lo mejor que puedes hacer es abrir los armarios
sacar  las máscara de porcelana
y  pegar tus labios frente al vidrio frío
esperando a que escampe,
como el que espera a que el mundo se pare;
entre anhelos y miedos.



domingo, 1 de noviembre de 2015

Recuerdos en el bolsillo.

En mi bolsillo
Trocitos de luna a punto de engordar
Besos llenos de mariposas
Cristales de amor de los que no sangran las lenguas
Y cuando la noche acecha
Su piel de melocotón deshaciéndose en mis labios.

Vivir y morir. Simples cambios de escenario.











Murió donde nacen las flores.
Eso ponía en su lapida, aquí  yace un pastor de ausencias.
Quería descansar a lado del escaso bosque que había mudado sus espinas, bajo el manto cercano de un mar austero de sol y playa.

Vivió donde nace el viento.
Eso ponía al entrar en su casa, aquí pace un vendedor de cuentos.
Nunca supo donde estaban los limites o los sueños, eso le hizo poderoso ante el silencio.
Entre sus recuerdos: cristales de amor, el pincel de la montaña al atardecer y los pliegues del aire sobre su rostro.


Vivir y morir. Simples cambios de escenarios.