El hielo parpadea en los ojos
en la casa del ciego,
el frío se arropa en las carreteras
que no llevan a ninguna parte.
Siempre hay caminos que trazar
y cuerpos a los que visitar
y versos por los que transitar,
por eso esta carretera no se acaba,
esta a la espera
de que la construya el viento
que ha de llegar del mar
o que el valle
se coma la hierba de su pies.
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