Nos
amábamos tanto
que
no nos importaba compartir besos.
Sabíamos
que nuestro corazón se había abierto
y
habitaba en un latir clandestino.
Habíamos
aprendido tanto de nosotros,
habíamos
ensanchado tanto nuestro guión
que
nuestra amor era parte de la piel,
eran
mariposas que temblaban en nuestro pecho
Nos
amábamos tanto
que
a veces,
nos costaba entenderlo
por
eso nos alimentábamos del mismo sueño,
con
las mismas huellas
durmiéndonos
en un abrazo perfecto.