Marchábamos desde hace tiempo
con el horizonte quieto
con el hambre repleto de sueños
y todavía nos quedaba trecho.
con el horizonte quieto
con el hambre repleto de sueños
y todavía nos quedaba trecho.
Teníamos la espalda de los nadie
cubierta de barro,
dormíamos en nuestro cielo sin techo
cubierta de barro,
dormíamos en nuestro cielo sin techo
y el aire era nuestro.
Habíamos vivido
todas las vidas que caben en un pañuelo,
por eso nuestro reloj
se había despedido del tiempo.
todas las vidas que caben en un pañuelo,
por eso nuestro reloj
se había despedido del tiempo.
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